Parámetro

Otro año termina. Un nuevo año comienza.
Otra etapa termina. Una nueva etapa comienza. 
Un año menos. Un año más.
¿En relación a qué? 

¿En qué medimos nuestra vida? ¿Cuál es el parámetro para decir que alcanzamos o no-alcanzamos algo?

El nuevo año que comienza deseo sentirlo intensamente, como si fuese el último. Deseo decidir prudentemente, como si me quedaran 100 años más. Deseo planear sabiamente, como si los recursos fuesen escasos y necesitara administrarlos para multiplicarlos.

Más que todo, deseo no desear nada. Alegrarme con lo que cada día traerá, fruto del esfuerzo, del trabajo y, sobre todo, de la gracia de Dios. 

Dios nos acompañó en nuestro pasado, nos guía en el presente y nos impulsa hacia un futuro de bien. 

Decido que Dios sea mi parámetro para medir el tiempo, la vida, las metas, los logros y los (aparentes) no-logros. Un Dios que ama, acompaña y direcciona. Un Dios cercano. Un Dios que conoce y sabe, pero que ama mucho como para imponer su voluntad sobre la nuestra. Un Dios que da espacio y que sale a nuestro encuentro 70 veces 7 para que, quizás, lo reconozcamos. Un Dios que ama por naturaleza a cada persona y se interesa por ellas. Un Dios que se brinda a las personas tan apasionadamente como para tomar forma de hombre, sufrir como hombre, vivir como hombre y ayudar al hombre. Un Dios tripartito que nos enseña a sumar unos con otros nuestros talentos para hacernos bien. 

Deseo que este año, ese Dios guíe cada día de mi vida y que me enseñe a mirar al otro más que a mis problemas... a vivir para brindarme a otros: creciendo no solo para arriba, sino para los costados. Que me enseñe a generar más vínculos y redes con el fin de sostener y acompañarnos en las alegrías y en los dolores.

Creo en este Dios compasivo y compañero. 
Elijo que este Dios guíe cada día de este año y de mi vida.

“Ya que vivimos por el Espíritu, sigamos la guía del Espíritu en cada aspecto de nuestra vida”.
 Gálatas 5:25, La Biblia.

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