El Buen Pastor

Había una vez un rebaño de ovejas. Un rebaño muy grande. Un rebaño muy diverso. Había ovejas gordas que siempre procuraban agarrar todo el alimento posible, cueste lo que cueste. Ovejas medianas, que si bien se alimentaban lo suficiente, dejaban que otras también pudiesen hacerlo. Ovejas pequeñitas que no siempre llegaban a comer lo que su cuerpo requería porque al ser más pequeñas les costaba hacerse camino hasta el alimento. Cansadas de siempre fracasar, se conformaban muchas veces con las migajas y su nutrición no era suficiente.
También había ovejas dóciles. Ovejas que ante el olor de su pastor permanecían cerca y se dejaban guíar. A su vez, había ovejas más rebeldes que necesitaban hacer revuelo para hacerse notar.
Por sobre toda clase de ovejas, había solo un pastor. Un pastor que necesitaba de una gran voluntad para guiarlas a todas. Un pastor que necesitaba una fortaleza increíble para permanecer despierto para cuidar a sus ovejas de los predadores. Pero, más importante que todo, un pastor con un corazón sensible a aquellas ovejas que, a veces por dolor, a veces por falta de estima, a veces por distraídas, se alejaban del rebaño y no encontraban el camino de vuelta a casa.  

El pastor de esta historia no era un pastor sensible a sus ovejas. Este pastor estaba cansado, estaba desganado y la apatía por la vida lo había consumido. Hacía mucho tiempo ya que venía viviendo el mismo estilo de vida, conviviendo con el mismo grupo de ovejas, pastando y trabajando en la misma area. Las ganas de este pastor habían flaqueado, se habían desvanecido. Tanto así que su corazón ya no se conmovía cada vez que una oveja se perdía. Este pastor hacía lo mismo que todas las mañanas al prepararles el agua para que tomasen: las contaba, se daba cuenta que quizás una o hasta dos ovejas esa noche habían huído y se sentaba en su árbol de siempre esperando que el día llegara a su fin. 

Sin embargo, llegó un día en que un nuevo pastor se acercó a su rebaño. Un buen pastor que cuidaba a rebaños más grandes desde hacía ya mucho tiempo. Un buen pastor que no se dejó consumir ni enredar por el cansancio normal que surge de la rutina. Un buen pastor que decidió sembrar en las pocas ovejas con las que comenzó de tal manera que se reprodujeran y así se agregara diversidad a su rebaño. 
Este buen pastor vio que el rebaño de ese lugar se estaba achicando, que las ovejas del otro pastor estaban descuidadas, y se enojó. Se enojó con la actitud del pastor de no correr desesperado por cada oveja que se extraviaba, sin hacer diferencia entre cada una de las ovejas que se le habían encomendado. Se enojó porque él, siendo un buen pastor, teniendo años de experiencia y pudiendo delegar su responsabilidad en otros, nunca había perdido la sensibilidad de su corazón que lo empujaba a dejar todo si una de sus ovejas se iba. Era un buen pastor, un buen pastor sensible a las necesidades de sus ovejas, un buen pastor que se interesaba por cada una de sus ovejas, un buen pastor que no comparaba a sus ovejas, un buen pastor que dejaba que cada una de sus ovejas se potenciara al máximo, un buen pastor que amaba más a sus ovejas que a su propia vida. 

Este buen pastor dijo entonces: "Encontraré a mis ovejas y las rescataré de todos los lugares por donde quedaron esparcidas ese día oscuro y nublado. Las sacaré de entre los demás pueblos y naciones y las traeré de regreso a casa, a su propia tierra. Las alimentaré junto a los ríos y en todos los lugares habitados. Descansarán en lugares agradables y se alimentarán con los abundantes pastizales verdes de las colinas. Yo mismo cuidaré de mis ovejas y les daré un lugar para que se recuesten en paz. Buscaré a mis perdidas y las traeré sanas y salvas de regreso a casa. Vendaré a las heridas y fortaleceré a las débiles. Yo rescataré a mi rebaño y no será jamás maltratado. Vivirá seguro y nadie lo atemorizará". (Ezequiel 34:11-31, La Biblia).

No importa qué oveja seas hoy. Si sos la oveja que está en el rebaño feliz, alegrándose con su Pastor. Si sos la oveja que está en el rebaño, pero está cansada y abatida. Si sos la oveja que parece ser siempre la distinta, la "rebelde" o la que va contra la corriente. Si sos la oveja que se alejó abruptamente. Si sos la oveja que se alejó por un descuido o por una distracción. Si sos la oveja que está herida y necesita que la venden. Si sos la oveja más pequeña del rebaño. Si sos la oveja que necesita más cuidado y atención. No importa qué oveja seas hoy, en el Buen Pastor encontramos todo aquello que necesitamos.

Dios es nuestro Buen Pastor quién tiene exactamente lo que tu alma está necesitando.

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