Areas integradas

El otro día hablaba con alguien sobre cómo balancear los distintos roles que cumplimos en la vida. Roles como: empleado, hijo, esposo, deportista, hermano, profesional, padre, alumno... Todos estos roles parecían estar bien y no molestaban mientras no se cruzaban. Cuando podíamos desempeñarlos separadamente, en sus ámbitos y tiempos correspondientes, todo parecía estar en armonía, paz y equilibrio.

Sin embargo, a medida que el tiempo pasa, las actividades comienzan a duplicarse y nos damos cuenta de que si queremos que los roles "balanceen", tenemos que tomar decisiones. Debemos equilibrar cuánto tiempo dedicarle a cada actividad de nuestra vida. A veces, es por elección. A veces, no es intencional, sino que depende de la situación en la que estemos viviendo. 

Sin embargo, hay un área de nuestra vida que no puede separarse de todas las demás. Existe un ámbito que debe estar no solo por encima de todo, sino en correlación con todo. Y creo que entender esto es la clave de la no-frustración. 

Esta persona con la que hablaba me decía que le costaba equilibrar en su vida el tiempo que le dedicaba a su familia, a su trabajo y al servicio en la comunidad de fe a la que pertenecía. Sobre todo, teniendo en cuenta que tenía una vida social y una necesidad normal de descanso de 6hs. mínimas por día. 

Fue entonces cuando entendí que en mi vida no existía esa disociación entre los roles que desempeño y mi vida espiritual o de servicio. Esto es porque entiendo que la vida de servicio a Dios no se hace solamente en las 4 paredes del "edificio" al que llamamos iglesia. El servicio a Dios se hace en cada lugar a donde pisan mis pies. Se hace con cada persona con la que me toca hablar en el día. Se hace en cada ámbito en el que me muevo: sea laboral, familiar, relacional, académico, etc. 

Si disociamos la misión de nuestras responsabilidades cotidianas, empezaremos a sentirnos culpables por "no llegar a cumplir con" la cantidad X de horas de "servicio" dentro de la "iglesia" que nos parecen aceptables para ser un "buen cristiano". El mayor servicio a Dios está afuera de esas 4 paredes. No tendría sentido que todos trabajemos duro para que la reunión de domingo o sábado salga hermosa si en la semana no dispusimos de 1 minuto de nuestras vidas para mirar al costado y ver qué le estaba pasando a mi par o qué imagen estaba dejando yo con lo que dije e hice. 

La iglesia no es un edificio. La iglesia somos vos y yo. Llevamos a Dios adentro y eso ya nos hace una comunidad de dos miembros que van dejando destellos de luz por donde pasan. Ya somos "casa" nosotros con Dios y los diversos entornos en los que Él nos pone. 

Entender esto nos libera de culpa y frustración. Como leí de Adrián Intrieri: "Nunca entendí bien eso de que la iglesia tenía que salir afuera. Este concepto nace de un error. La iglesia no puede salir porque no ocupa un lugar físico, sino que es un tipo de relación. Lo que significaría también que cuando nos quedamos adentro directamente no somos iglesia".

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