Nueva vida de gracia
El otro día
iba en el subte y vi a una mamá sentada en frente mío con sus dos hijos: uno
que iba sentado al lado de ella, tranquilo, mirando a cada pasajero subirse al
subte, imaginando, moviendo sus piecitos como contento, pensando… y otro que
lloraba a gritos, se movía, se quejaba, se trepaba por todos lados, pegaba… De
repente, pasa un vendedor ambulante y ofrece chocolates. El niño más inquieto
le pedía a los gritos a la mamá que le comprara un chocolate, haciendo un gran
escándalo en el medio del subte. El otro niño simplemente miró a la mamá con
ese mismo pedido en sus ojos… la mamá decidió comprar dos chocolates: uno para
cada hijo.
Me quedé
pensando en esta situación.
-
Dos hijos
-
Dos maneras de conducta distinta
-
Una mamá
-
Un mismo premio: chocolate
-
Una misma cantidad: uno para cada
uno.
Me acordé
entonces de la historia bíblica que se encuentra en Mateo 20. Esta historia se
usa como referencia para explicar cómo es el reino de los cielos:
Cuenta que un
empleador salió temprano en busca de trabajadores para su viñedo. Acordó
pagarles lo esperado por un día de trabajo. A las 9am pasó por la plaza del
pueblo y vio a un grupo de personas sin hacer nada y las contrató diciendo que
al final del día les pagaría lo que fuese justo. El empleador hizo lo mismo al
mediodía y a las 3pm. A las 5pm volvió a encontrarse a otro grupo de gente que
estaba desempleada y las contrató.
Esa noche,
llamó al administrador y les pidió que les pagara el día empezando por quienes
habían comenzado a trabajar últimos, es decir, los de las 5pm. Para su
sorpresa, los trabajadores de esa hora habían cobrado el sueldo de un día
entero. Cuando llegó el turno de los que habían sido contratados bien temprano
en la mañana, estos esperaban recibir más… pero se dieron cuenta que recibieron
el mismo salario que los habían empezado a las 5 pm. Y, por supuesto, se
quejaron: ¿cómo puede ser que estuvimos trabajando todo el día bajo el sol y el
calor y cobramos lo mimo que los que empezaron a las 5?
El empleador
contestó: yo no fui injusto. ¿vos no habías acordado conmigo que trabajarías
por la paga normal de un día de trabajo? ¿no estoy yo en mi derecho de pagarle
a quienes entraron después lo mismo que a vos? ¿te pone celoso que sea bondadoso?
Tomá tu dinero acordado y vete.
Pienso en esta
historia y me asombro… el reino de Dios va en contra de todos los principios
humanos.
-¿Cuántos de
nosotros somos como los trabajadores contratados a las 9am?
-¿Cuántos de
nosotros hubiésemos juzgado a aquella madre y hubiéramos dicho que el hijo que
se porta bien debería recibir más que el otro hijo como compensación/premio?
-¿Cuántos de
nosotros vivimos bajo las reglas de la meritocracia? Hago las cosas bien,
recibo buenos frutos. Hago las cosas mal e indefectiblemente voy a tener
castigo.
LA VIDA NUEVA
EN CRISTO ES UNA VIDA DE GRACIA. Y esto no tiene que malentenderse. No
significa esto que al tener gracia inmerecida voy a hacer lo que quiero porque
entonces no tendré castigo. NO. La Biblia también cuenta la historia de David y
Betsabé. David durmió con Betsabé y quedó embarazada cuando ella estaba casada
con otro hombre. David no solo adulteró, sino que mandó a matar al esposo de
Betsabé para cubrir su falta y para poder quedarse con Betsabé. A nuestros ojos
humanos, David es un “adúltero” y un “asesino”. A los ojos de Dios, David es
hijo.
¿Tuvo David
consecuencias por su pecado? Si, el hijo que Betsabé esperaba murió.
¿Vivió David
una vida de castigo eterno por ser asesino y adúltero? No, Dios le dio como
hijo a Salomón, el hombre más sabio y próspero del mundo.
Repasemos TRES principios sobre una nueva vida en la
gracia:
1) Para saber
apreciar sabiamente la gracia que Dios nos concede, necesitamos tener una
fuerte convicción del poder de la cruz. Cuando el significado real de la cruz
está impreso en nuestros corazones, entonces no vamos a querer vivir un segundo
de nuestras vidas en el que la obra de Jesús sea en vano. Cuando tenemos
profundo conocimiento de que Dios se hizo hombre por nosotros, de que sufrió lo
que no tenía que sufrir, de que fue santo en todo y aun así menospreciado,
juzgado, molido, despreciado, escupido… todo para completar el propósito por el
que había sido creado: reconciliarnos con Dios Padre… entonces, al entender
eso, la gracia de Dios cobra otro significado en nuestras vidas. Es gracia
que genera obediencia en nosotros. Es gracia que provoca rendición en nosotros.
Es gracia divina. Es gracia que excede los estándares de meritocracia a los que
estamos acostumbrados. Es gracia que queremos retribuir con lo poco que
tenemos, pero con todo nuestro corazón.
La nueva vida en gracia se basa en
el conocimiento profundo del poder de la cruz.
2) Para saber
apreciar sabiamente esta nueva vida en la gracia de Dios, tenemos que abrazar nuestros
rasgos de humanidad. Como dijo Pablo, el mal que no quiero hacer eso hago y el
bien que quiero hacer no me sale. Y Pablo dice: ese mal que hago es por el
pecado que mora en mí. Tenemos naturaleza pecaminosa. Dios, en un principio,
nos creó a Su imagen y semejanza. Santos, puros, nobles, perfectos. Pero el
hombre decidió apartarse de esa naturaleza divina que nos coronaba. La
consecuencia actual de esa rebelión es que dentro nuestro hay una semilla de
pecado que INFLUENCIA nuestra conducta, pero NO LA CONDICIONA. ¿Escuchaste? Somos
influenciados por el pecado, pero gloria a Dios que no estamos condicionados
por una vida en pecado. Es importante que entendamos esto para bajar la
vara con la que nos juzgamos a nosotros y con la que juzgamos a otros. Vamos a
hacer las cosas mal, aunque nos esforcemos mucho por hacer el bien… porque está
encarnado en nosotros. PERO al entender esto, nuestra mirada hacia el accionar mío
y del otro tiene que ser a través de esta lupa humana, llena de gracia y de
misericordia divina, para entender que juntos estamos luchando contra esta
naturaleza que quiere dominarnos pero que no lo va a lograr hacer.
La nueva vida en gracia se basa en
el conocimiento profundo del poder de la cruz y del abrazo honesto a mis rasgos
de humanidad. Los míos y los de mi prójimo.
3) Para saber
apreciar sabiamente esta nueva vida en la gracia de Dios, tenemos que amar a
Dios con todo nuestro corazón, toda nuestra mente y toda nuestra alma. ¿Sabés
por qué? Jesús dijo en Juan 14: el que me
ama, obedecerá mi palabra (hará lo que yo digo). La obediencia a Dios viene
de un profundo y sincero amor por Dios. Y esa obediencia trae bendición. Sabes
que el corazón de David por mucho tiempo ardía por construirle a Dios un
templo. Él moría de ganas por hacerlo. Y aunque Dios perdonó a David por sus
pecados y le dio al hijo más sabio del mundo, Dios reformula ese plan que David
tenía en su corazón y le dice que a causa de la sangre que había derramada en
sus manos, su hijo, Salomón sería quién terminara de cumplir ese propósito y
quien finalmente le construiría a Dios el templo. Dios es el primer interesado
en perdonarnos cada vez que le fallamos, Dios es el primero que quiere hacer
valer el dolor de su hijo en esa Cruz y redimirnos. Pero, nuestro obrar,
también tiene consecuencias… por eso, amemos a Dios con todo nuestro corazón y
querer obedecerle va a salir naturalmente.
La nueva vida en gracia se basa en
el conocimiento profundo del poder de la cruz, del abrazo a nuestros rasgos de
humanidad y al amor sincero hacia Dios que provoca obediencia.
Para terminar,
me gustaría que cada uno pueda meditar y enfatizar estos tres aspectos de
nuestra nueva vida en gracia:
-
Animarnos a tomar real conciencia de
cómo la obra redentora de Jesús trasciende nuestras vidas hoy en día: fue una
obra sola, de una sola vez… pero con implicancia eterna… para siempre. UNA SOLA
OBRA DE JESÚS, EL SANTO, NOS LIMPIÓ DE TODAS LAS COSAS MALAS DE TODOS NUESTROS
AÑOS ACÁ EN LA TIERRA. Nos hizo aceptos. Justos.
-
Tomar coraje para aceptar cómo
somos… nuestra naturaleza… lo bueno, y lo malo innato en nosotros. Y ser aun
más valientes para no ser condicionados por esa naturaleza que nos influencia…
¡Jesús ya venció esa naturaleza en la cruz! Vivamos a la altura de nuestro
propósito.
-
Amar a Jesús con todo nuestro
corazón… al amarlo, anhelamos obedecerle… anhelamos ser cada día más parecidos
a Él… anhelamos caminar en Su voluntad para nosotros.
Vivamos una
vida nueva entendiendo el alcance de la gracia de Cristo.
Salmos 103:8-12 Nueva Traducción Viviente (NTV)
El Señor es
compasivo y misericordioso, lento para enojarse y está lleno de amor
inagotable. No nos reprenderá todo el tiempo, ni seguirá enojado para siempre. No
nos castiga por todos nuestros pecados; no nos trata con la severidad que
merecemos. Pues su amor inagotable hacia los que le temen es tan inmenso como
la altura de los cielos sobre la tierra. Llevó nuestros pecados tan lejos de
nosotros como está el oriente del occidente.